Historias de superación hay muchas, pero la de Sarah Breedlove es una de las mejores del siglo XIX. Sarah nació en 1867 en Luisiana, siendo la primera en su familia en nacer en libertad. A los seis años quedó huérfana, a los catorce se casó y a los diecisiete tuvo a su primera hija. Dos años después, quedó viuda.
Comenzó entonces a trabajar como lavandera ganando un dólar al día. Su sueño era tener el dinero suficiente para que su hija pudiera recibir educación.
En aquella época no había agua corriente en las casas, y el empleo de la sosa cáustica para elaborar jabones hacía que muchas mujeres padeciesen de caída de cabello. Sarah Breedlove, casada de nuevo con Charles Joseph Walker, empezó a comercializar productos para el cuidado de las mujeres, levantando, años más tarde, un imperio que la coronó como millonaria.
La historia, llevada a la pantalla de la mano de Netflix, demuestra que el esfuerzo, el esfuerzo y el esfuerzo es la clave para triunfar. Madam C. J. Walker pasó de vivir en la pobreza a construir su propio imperio sin la ayuda de nadie. Solo gracias a su ingenio y tenacidad.
