Cuántas conversaciones tendrás en casa sobre adónde dirigir tus pasos cuando termines la ESO, o cuando termines Bachillerato. Los padres a veces agobian, ¿verdad? Y aunque cueste reconocerlo, influyen ‘un poquito’ en tus decisiones.
A veces te parecerá que tus padres no son de este mundo, o que no lo entienden, pero, en el fondo, sabes que te conocen y, aunque sea de refilón, los escuchas. O al menos, eso creen ellos.
Una macroencuesta que se llevó a cabo hace tres años a 17.000 familias de toda España reveló que el 78% de los padres y madres cree que su opinión será muy valorada por los hijos a la hora de elegir sus estudios.
Ahora bien, el 41% reconocía no dar una indicación clara sobre qué estudiar o a qué dedicarse. Al fin y al cabo, la mayoría admitió que su fuente principal de información sobre estudios, carreras y empleos era internet.
Un 26% no veía con buenos ojos las carreras humanísticas. Y un 49,8% aconsejaba directamente elegir una carrera STEM.
Curiosamente, al 83% no le importaba que sus hijos fueran a estudiar a otra comunidad autónoma o al extranjero; lo que no querían es que se quedaran allí a trabajar, tan lejos del hogar familiar.
Pero si hay algo que era casi unánime es que lo más importante para padres y madres es que el niño o la niña encuentre su vocación y sea feliz trabajando en lo que trabaja, muy por encima del salario.
Esta macroencuesta fue llevaba a cabo en 2019 por el Foro Educa2020, Fundación AXA y Sigmados. Puedes ver aquí sus resultados por comunidades autónomas.
Este estudio también indagó en las razones de que algunos alumnos vayan mal en los estudios. Y esto fue lo que contestaron las familias:
Para el 74% era un problema de falta de esfuerzo. El 17% echaba la culpa a los profesores. Y, atención, un 29% pensaba que el sistema no valora lo suficiente las capacidades creativas de los estudiantes y, de ahí, su fracaso.
Educa2020 también lanzó otro estudio sobre lo que deseaban estudiar los jóvenes en 2018. Preguntó a 10.000 estudiantes de Bachillerato y resultó que la mayoría quería cursar Derecho, Administración y Dirección de Empresas o Medicina, todas ellas carreras ‘tradicionales’ sin conexión directa con el desarrollo tecnológico. Pero aquello fue antes de que la pandemia removiera conciencias y acelerara la transformación digital de la sociedad.
