Tu cerebro necesita oxigenarse de vez en cuando. Tus músculos, estirarse. Tu mirada relajarse. Vamos a repasar algunos ejercicios que debes hacer de tanto en tanto para que el estudio no se te haga bola. Igual que haces paradas para ir a la nevera o para consultar el móvil, hazlas para esto que te proponemos. Verás que la máquina funciona mejor así.
Pasas muchas horas sentado en la misma postura y con la vista fija a no más de dos palmos. Más allá de si haces ejercicio o no, conviene que cada hora estires un poco tus músculos, sobre todo, espalda y cuello.
De tanto en tanto, levanta la mirada de los libros, los apuntes o la pantalla. Y mira lejos, lo máximo que te permita el espacio en el que estás. Mucho mejor si te levantas a mirar por la ventana y buscas el punto más lejano posible desde donde estás.
Levántate, sube tus brazos arriba y estírate todo lo que puedas, aguanta ahí con la respiración contenida y luego, ve bajando los brazos y doblando la espalda poco a poco hasta que tus manos lleguen al suelo o casi al suelo, sin forzar. En el lento descenso la espalda debe estar redonda: ayudarás metiendo un poco el ombligo para dentro.
Cuando llegues con las manos abajo (aunque no toques los pies), relájate, no fuerces; deja caer tu cabeza y aguanta un rato, haciendo varias respiraciones lentas. Se trata de que tu cuello se relaje con el peso de tu cabeza. De paso estirarás la parte alta de la espalda.
Ponte a cuatro patas, con las rodillas y las manos en línea con las caderas. Coge aire y al expulsarlo mete tu ombligo hacia dentro, lleva la barbilla al pecho y redondea tu espalda todo lo que puedas hasta que se quede como el lomo de un gato enfadado. Aguanta la respiración y cuando no puedas más, relaja todo y coge aire. Al expulsar, repite de nuevo el estiramiento. Y así sucesivas veces.
Puedes verlo en este y otros tantos vídeos que encontrarás en internet:
Pasa las manos por detrás de la cabeza a la altura de la nuca, coge aire y empuja tu cabeza hacia abajo, acercando la barbilla al pecho y expulsado el aire. El objetivo es que tu cuello se estire. Hazlo con cuidado, sin forzar.
Luego sube la cabeza inspirando y al expirar de nuevo ladea tu cabeza hacia el lado derecho, llevando tu oreja derecha hacia el hombro derecho, sin subir el hombro. Para estirar más, puedes ayudarte con la mano derecha haciendo presión sobre el lado izquierdo de tu cabeza. Y para que este ejercicio llegue a su máximo potencial, debes estirar de la mano izquierda hacia abajo, como queriendo acercar tus dedos al suelo. Así el cuello se estirará bien.
Cuando notes que está bien estirado, haz lo mismo hacia el otro lado: oreja izquierda hacia hombro izquierdo (sin subir el hombro) presionando con tu mano izquierda y tirando de la mano derecha hacia el suelo para que estire bien ese lado del cuello.
Puedes ver cómo hacerlo en este vídeo:
Siéntate con la espalda recta en la silla, mejor si tiene reposabrazos. Ahora coge aire y al expulsarlo gira tu tronco hacia la derecha, ayudándote con las manos sobre el reposabrazos derecho. En esa posición, coge aire y, al expulsarlo, intenta girar un poco más atrás. Luego coge aire, vuelve a mirar al frente y haz lo mismo para el lado izquierdo.
Otro ejercicio que puedes hacer sentado es estirar el costado izquierdo, levantando brazos y doblándote un poco hacia la derecha. Y luego, hacer lo mismo al lado contrario para estirar el costado derecho.
Venga. Ánimo. Ya verás cómo ejercicios tan sencillos te ayuda a retomar el estudio más despejado. Una vez compruebes su beneficio, los harás casi sin darte cuenta en cada sesión de estudio, no sólo ahora, sino siempre.