Hay una cosa en la que estamos de acuerdo todos los orientadores y educadores: la influencia que podemos tener en los alumnos. Sobre nosotros recae (en parte) la motivación con la que enfrentan este nuevo curso.
No hace falta ahondar demasiado para saber que el estado de ánimo de un alumno influye de una manera brutal en sus resultados académicos. Un problema en casa o un acontecimiento inesperado pueden influirle negativamente. En este post nuestra experta nos contó cómo debemos actuar en estos casos.
Pero, más allá de circunstancias vitales, la motivación también es un motor fundamental para superar el curso con éxito y, la falta de ella, una pesada losa que les puede arrastrar al peor de los escenarios.
No existe una fórmula matemática precisa para determinar cuánto mejoran las notas de los alumnos motivados, ya que esto puede variar según diversos factores individuales y contextuales. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que la motivación positiva puede tener un impacto significativo en el rendimiento académico. Los alumnos que están motivados intrínsecamente, es decir, que se sienten impulsados por el interés y el disfrute del aprendizaje en sí mismo, tienden a tener un mejor rendimiento académico en comparación con aquellos que solo están motivados extrínsecamente, es decir, por recompensas externas o presiones sociales.
¿Cómo podemos conseguir que nuestros alumnos adquieran esa motivación intrínseca desde principio de curso?
Recuerda que la motivación no es un proceso único, sino que debe ser nutrida y reforzada de manera constante a lo largo del curso. Al establecer una cultura de aprendizaje positiva y al brindar apoyo continuo, estarás ayudando a tus alumnos a mantener su motivación a lo largo del año escolar. De momento, empecemos por el principio.