• Orientar es encender faros

Orientar es encender faros

Orientar es encender faros

En una segunda acepción, más simbólica quizá, se define como “algo que sirve para no extraviarse en la conducta”. Además, es sinónimo de las palabras guía, norte y orientación.

Ya situados, el símil con el que vamos a jugar identifica a los educadores (padres, profesores, orientadores…) como faros. Analicemos algunas de las características más identificativas de los faros, de la señal que emiten, de su localización o del lenguaje que usan.

Consideraciones preliminares:

  • Los faros son guía, indican peligro, oportunidad, orientan, evitan accidentes, naufragios y, en ocasiones, anticipan el éxito y sugieren esperanza.
  • Los faros son señales para saber el camino, para evitar escollos, para reconocer la costa desde el mar.
  • No hay dos faros iguales en el mundo, ni en cuanto a estructura, ni en cuanto a forma, ni en cuanto a señal lumínica, ni, por supuesto, en cuanto al espacio que ocupan. Cada uno es único, diferente, especial.
  • Las señales que emiten son continuas, invariables, con repetición incesante y ofreciendo, siempre, un único mensaje. Y esto lo hacen en todas las estaciones del año, durante el día y la noche y en todas las situaciones (mar en calma, tormenta…).
  • La luz del faro está hecha para la noche, para cuando más se necesita. Siempre está ahí, pero su luz es para la oscuridad.
  • En muchas ocasiones, son lo único que brilla en la oscuridad de la noche. Y cuanto más oscura es ésta, más potente y clarificadora parece su luz, aunque sea la misma de siempre. La luz se sobredimensiona cuando la necesidad es mayor. Entonces se convierte en símbolo de encuentro y de reencuentro, de regreso.
  • El faro sitúa, da puntos de referencia, pero quién ha de manejar el timón de la embarcación con pericia es el capitán del barco. Y en ese punto se enfrenta a un encuentro a solas con sus propias decisiones y con su capacidad de maniobra.
  • Doble perspectiva. Por su altura y situación para ver, por su luz y señales para ser vistos. Pero, también, por su altura y situación para ser vistos, por su luz y señales para ver.

Tenidas en cuenta estas particularidades de los faros y de sus luces y sombras, ya podemos perfilar en qué consiste la labor del orientador, que es faro. De ahí lo de “Orientar es encender faros”, sirva como inspiración y reflexión:

  1. El faro indica, orienta, sitúa… pero no se conforma con eso; también da pistas de cómo seguir el camino, de cómo continuar.
  2. Un barco donde más seguro está es en el puerto, pero el barco no se hizo para estar amarrado en el puerto. El faro invita a la salida a la mar, a hacerse a la mar.
  3. Nuestras luces, nuestros objetivos en la educación no son punto de llegada, sino punto de partida.
  4. El barco, el capitán que está al timón tiene que conocer el mar para navegar en él sin hundirse. El faro ilumina para ir conociéndolo poco a poco.
  5. El faro guía, está presente, pero el verdadero protagonista es el capitán del barco.

Soltamos amarras, partimos, surcamos los mares, rumbo a… ¿quién sabe qué destinos nos deparará el viaje a través de la educación?

“Bon voyage.”

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