Educar

¡Cuidado! Vigila tu tono

En cualquier charla o debate es importante qué dices... y cómo lo dices. Numerosos expertos afirman que el tono y la postura a la hora de hablar son importantes y configuran lo que se conoce como comunicación no verbal.

Preparas una charla, exposición o debate durante horas, pero no consigues el efecto deseado. ¿Te ha pasado? Quizá es porque te has centrado demasiado en el contenido y has obviado algo casi igual de importante: tu lenguaje no verbal. 

Hay grandes discursos en la historia, desde el ‘I have a dream’ de Martin Luther King hasta el motivador William Wallace (Mel Gibson) en la película Braveheart.  

En todos ellos las palabras son profundas, calan en lo más hondo de tu corazón. Pero seamos honestos... ¿te lo has aprendido de memoria? ¿recuerdas cada una de sus palabras? Probablemente la respuesta sea no. Y, sin embargo, tienes grabada esa sensación de empatía a fuego. 

Eso es porque en un discurso, el contenido, las palabras, son importantes. Pero el mensaje en su conjunto, la sensación que se te queda al acabar de escucharlo, viene marcado por algo menos obvio: el lenguaje no verbal. 

Cuando quedas con un conocido, le preguntas qué tal y te responde “bien”, lo más seguro es que te fijes en sus gestos: si sonríe te lo creerás, si elude el contacto visual desconfiarás. Lo mismo ocurre cuando quieres dar un discurso. Tus gestos y tu tono deberán ir en sintonía y reforzar lo que quieres expresar. Te dejamos algunos trucos para ser un orador de primera. 

Postura. 

Tu cuerpo y tus gestos influyen. Si el discurso es de pie, procura vigilar tu espalda: deberás estar erguido (pero no con la barbilla en alto, sería demasiado altivo). La postura ideal la encontrarás mirando al frente, estirando la espalda y bajando los hombros hacia abajo.  

Si te encuentras detrás de un atril, no escondas las manos. Súbelas hasta donde se puedan ver, es un recurso demasiado valioso como para esconderlo. Podrás usarlas para marcar el ritmo de tus palabras o enumerar (si quieres usar los dedos para nombrar una serie de puntos). 

Si estás sentado, apoya la espalda completa en el respaldo (si es que lo tienes) y, si no, espalda recta como en el consejo anterior. Las manos pueden variar entre estar relajadas sobre tus piernas y emplearlas de vez en cuando. Las piernas nunca una sobre la otra y, preferiblemente, no cruzadas. Lo ideal sería formar un ángulo de 90 grados con las rodillas. Si te resulta antinatural, adelanta un pie ligeramente, pero con las piernas en pararelo. 

Por último y no por ello menos importante, la mirada. Establece contacto visual con tu público. Si son varios, haz un recorrido mirando a todos ellos. Si es un auditorio, intenta al menos mirar a los ojos de la gente en las primeras filas. Será la forma de captarles y meterles dentro de tu discurso. 

Tono. 

También es muy importante para conseguir meterte al público en el bolsillo. No se trata de gritar, pero eleva la voz y vocaliza: te tienen que oír y entender todos...todo.  

Las variaciones de tono y ritmo a lo largo del discurso funcionan muy bien. Empieza con fuerza. Al principio del discurso es (en teoría) donde debes indicar la idea principal. A partir de ahí puedes intercalar la conversación con un tono ligeramente más bajo y rápido. Eso sí, debes tener en cuenta dos aspectos importantes: 

  • Si haces una numeración de ideas, debes hacer pausas entre ellas para separar unas de otras y que queden las ideas bien recogidas. 
  • El cierre de tu discurso deberá ser pausado (para que dé tiempo a asimilar las conclusiones) y con una fuerza similar a la del comienzo. 

 

Practica todos estos trucos en casa mientras ensayas tu texto. Al principio te pueden parecer demasiadas técnicas a tener en cuenta, pero con el tiempo te convertirás en un orador al nivel de Winston Churchill. 

Contenido relacionado

magnifiercross