La tecnología domina nuestras vidas. Pasamos el lector QR varias veces al día para abrir el menú del bar o conocer la fecha de un concierto y le “hacemos un bizum” a un amigo para pagarle la entrada.
La revolución digital parece demandar cada vez más científicos y analistas digitales. Es cierto, pero también se buscan humanistas para programar un robot.
Si un coche autónomo, sin conductor, tiene un accidente, su disco duro deberá tomar en menos de un segundo la decisión de salvar a los pasajeros o al coche más caro. Y sin apenas personal tras el mostrador bancario, un sistema computerizado elegirá al candidato ideal para conceder un crédito y desechará al que considere menos adecuado.
Por eso, las grandes compañías están fichando filósofos y psicólogos, entre otros perfiles. La ética debe formar parte de las señas de identidad de las grandes compañías tecnológicas, que se están poniendo las pilas ante el avance de la inteligencia artificial.
La ventaja de haber nacido en un mundo muy digitalizado es el hábil manejo de los sistemas y la rápida adaptación a lo que venga. A vosotros, futuros universitarios, los sistemas, plataformas y programas que surgen casi a diario apenas os extrañan, pero sí lo haría su “backstage” (la parte de atrás o los entresijos de su organigrama de trabajo).
El metaverso, ese entorno donde los humanos interactúan social y económicamente como avatares y que se asemeja a Second Life es uno de los grandes retos digitales en ciernes que, con toda probabilidad, se nutrirá de nuevos empleados de todo tipo de perfiles. Tú podrías ser uno ellos.
Abre los ojos y cuida tanto tu formación académica como la ética, poniendo en práctica tus valores. En las Universidades CEU las posibilidades son infinitas.
