Seguro que alguna vez has escuchado hablar de los 'rankings' internacionales de universidades. ¿Para qué sirven? ¿Cómo se mide que una universidad es mejor que otra? ¿Hay alguna española entre las mejores?
Los rankings internacionales, sobre todo, sirven para dar prestigio a las universidades que aparecen en los primeros puestos y que mantengan su liderazgo como referentes de investigación y de preparación para los desafíos de hoy.
En el QS World University Rankings, el más famoso en los últimos años, el primer puesto es para el MIT (Massachussets Institute of Technology). Le siguen Oxford, Cambridge, Standford, Harvard…
Lo bueno de este ranking es que, además de comparar universidades a escala global, también las ordena por regiones y por sectores. Por ejemplo, podemos saber cuáles son las universidades de mayor prestigio en Medicina en todo el mundo o sólo en Europa.
Mira los indicadores que mide el ranking QS:
Hace una década, en cambio, la clasificación más famosa era la conocida como “ranking de Shaghai”, que sigue existiendo y mide, sobre todo, el prestigio investigador: premios Nobel salidos de sus aulas, otros premios y medallas de investigación, artículos publicados y citas académicas de su profesorado…
Otra de las referencias internacionales de medición es el Times Higher Education Ranking, que proporciona una relación de las mejores universidades del mundo, según su investigación, las citas académicas, la proyección internacional, la reputación y los ingresos económicos procedentes de la industria.
Lo interesante de los rankings es bucear en ellos por sectores, por zonas geográficas o por países. Por ejemplo, puedes ver que, de todas las universidades españolas, que son más de 80 entre públicas y privadas, sólo 31 aparecen en el ranking QS, es decir, que sólo 31 habrían pasado su filtro.
Normalmente pueden presumir de aparecer en los rankings aquellas universidades que aparecen entre las 100 o 150 primeras. Y no, no hay ninguna española entre ellas.
Llama la atención que entre las universidades de lengua hispana nos superen algunas de Latinoamérica, como la Universidad de Buenos Aires o la Universidad Nacional Autónoma de México, ambas públicas; o la Universidad Católica de Chile.
En el ranking QS, la primera española nos la encontramos en el puesto 178 y es la Universidad Autónoma de Barcelona. Van por detrás, dentro del ‘top 250’, la Universidad de Barcelona (184), la Autónoma (215) y la Complutense de Madrid (226), y la Pompeu Fabra (233).
Aunque en los primeros puestos suelen aparecer las mismas -las citadas más arriba-, cada año entran algunas nuevas. En el ranking QS de este año, por ejemplo, han entrado las Universidades CEU debido a su apuesta por la internacionalización y a la alta empleabilidad de su formación académica.
Desde luego, no tiene por qué ser importante para ti que tu universidad aparezca en un ranking internacional porque puede que valores cosas que no sean las que se miden en esas clasificaciones. Probablemente los jóvenes valoréis más las empresas con convenios de prácticas que tiene una universidad que los Premios Nobel que han salido de ella.
La clasificación de universidades cobra mayor sentido cuando puedes comparar aquellos centros a los que realmente vas a poder ir. Dado que la mayoría de vosotros vais a estudiar en una universidad española, interesa más tener presente la comparativa de aquí.
Y eso es posible gracias al ranking CYD, en el que puedes comparar, por su rendimiento, las universidades que tú quieras según diferentes indicadores. Puedes medir sólo las de tu comunidad; y sólo las del ámbito que te interesa. Y puedes compararlas por su tasa de graduación, por su tasa de abandono, por la tasa de afiliación a la seguridad social de sus egresados…
Probablemente, si la nota de la EVAU te da justita para estudiar lo que quieres en una sola universidad, los rankings te sobran. Pero si tu nota te da para elegir la que para ti sería la mejor universidad, no dejes de probar esta herramienta del ranking CYD.
Y no olvides que también puedes comparar la formación de máster, en la que uno suele ser más exigente, entre otras cosas, porque ya tiene más claro lo que quiere dentro del mundo académico y profesional.