• Adolescentes y padres de adolescentes

Adolescentes y padres de adolescentes

Adolescentes y padres de adolescentes

Siempre se ha hablado y se han escrito libros sobre la adolescencia. Recordemos Cómo sobrevivir a la adolescencia de sus hijos, de Michael Carr-Gregg, o ¡Socorro! Tengo un hijo adolescente (Jean Bayard). Pero ahora, tras la crisis desencadenada por la pandemia, es más necesario que nunca tener en cuenta esta edad y los cambios que se producen en ella.

Para sobrevivir a tanta intensidad reconcentrada en casa, aquí van estas 10 pautas para padres:

  • Dales su tiempo.

    Tiempo para estar solos, para que se encierren en su habitación, en su mundo de ensueño, y rumien sus frustraciones y sus anhelos. Tiempo limitado, eso sí. No hace falta fijar un horario para esto, pero debemos entender que necesitan tener ratos en soledad.

  • Dejarles su espacio.

    Déjales también su espacio físico para distanciarse, para ordenar o desordenar su habitación, para hacer limpieza o para que hagan que hacen limpieza. Paciencia y tolerancia: su orden no es nuestro orden. Su espacio es suyo, ahora más que nunca. Que “redecoren su vida”.

  • Permite su enfado con el mundo.

    Los adolescentes son un poco egocéntricos. ¡Todo son privaciones y prohibiciones para ellos! Pasan un proceso de duelo hasta asimilar todo eso. Y pasado ese duelo, sacarán lo mejor de sí mismos y convertirán su egoísmo en solidaridad; su egocentrismo en empatía.

  • Entiende sus sentimientos.

    No todos los adolescentes son especialmente comunicativos y no nos contarán lo que sienten o no sabrán ni tan siquiera ponerle nombre: miedo, ansiedad, soledad, abatimiento, tristeza… Pero nosotros, sus padres, sabemos detectar cuando están “operativos” y cuando “fuera de cobertura”. Cuando “reciban señal”, acércate a ellos, no directamente, pero sí a través de sus series favoritas, de su forma de comunicarse en las redes, de sus challenge y retos virales…

  • Invítale a abrir ventanas al mundo.

    La solidaridad y la generosidad son el antídoto perfecto para ellos y para estas situaciones. ¿Qué pueden hacer por los de casa? ¿Y por los de fuera? ¿A quién pueden llamar? ¿Qué mayores o personas vulnerables hay en su entorno? ¿Cómo pueden ayudar con esa gran especialización que tienen en nuevas tecnologías?…

  • Permite que se conecte.

    Las redes sociales, e internet en general, son ahora su mayor nutriente para mantener activa la dimensión social. Pero la hiperconexión debe tener unos límites. Negócialos con él o ella, y vigila que se cumplen.

  • Usa el buen humor.

    Los adolescentes son expertos en esto del buen humor. Quizá la cuestión es que los adultos no siempre entendemos este humor o no le vemos la gracia. Dejémonos enseñar, seamos humildes, que nos expliquen, que nos hagan partícipes de esas carcajadas que les dan dolor de tripa. Reírnos juntos y hasta reírnos de nosotros mismos es muy desestresante.

  • Concede algún extra.

    Haz algún guiño, cede en algo, concede algún capricho, permite lo extraordinario en una situación que también lo es. Así será más fácil negociar otras cosas más cotidianas.

  • Supervisa su organización.

    No fiscalices, no controles, pero supervisa el tiempo que dedica al estudio, a las tareas del hogar (que es tiempo de compartir), a las redes sociales, a las series, a estar “tirado, a la bartola”… Debemos partir de cómo quiera organizarse el adolescente y, desde ahí, dialogar mejoras, más que organizar nosotros o imponer un modelo.

  • Ayúdale a cuidar lo físico.

    Aseo, alimentación sana y ejercicio diarios. Solos, con amigos, en familia, en encuentros virtuales… como prefieran. En este sentido, tú, adulto, eres su mejor ejemplo.

Todo esto vale para circunstancias normales, pero cuando la tristeza persiste, el desánimo es constante, el aislamiento es recurrente… cuando sientes que no reconoces a tu hijo, busca ayuda especializada.

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