• De casa, ¿se viene motivado?

De casa, ¿se viene motivado?

De casa, ¿se viene motivado?

A priori, la respuesta a esta pregunta es SÍ, pero no siempre la motivación -el tener un motivo que me impulsa a la acción- tiene un camino tan fácil y lineal. Al menos, en los últimos tiempos.

Adolescentes desganados, desanimados, decaídos… se acercan a hablar a Orientación y refieren falta de sueño o sueño intranquilo y poco reparador, ansiedad, tristeza, angustia… Sienten que están sufriendo, pero no saben exactamente por qué. La mayoría de las veces no hay motivos tangibles. Se ha instalado en su adentro un estado gris oscuro del que no saben salir. Y te dicen: “me gustaría no despertar por la mañana, me gustaría no seguir sufriendo”.

Orientador, orientadora, ¿te suena?

Los titulares de prensa son alarmantes y no son ajenos a esta realidad: la pandemia dispara los ingresos psiquiátricos de niños y adolescentes: los ingresos de menores con problemas de salud mental se disparan un 40%. El 24,9% de los jóvenes entre 15 y 29 años han consumido psicofármacos en el último año.

Y, ¿cuáles son los trastornos mentales más frecuentes?:

  • Trastornos de ansiedad (trastorno de pánico, fobias, etc.).
  • Trastornos del estado de ánimo (depresión, trastorno bipolar, etc.).
  • Trastornos del desarrollo (trastorno por déficit de atención, trastorno del espectro autista, etc.).
  • Trastornos relacionados con la conducta alimentaria (anorexia, bulimia, etc.).
  • Trastornos psicóticos (esquizofrenia, otros trastornos mentales, etc.).

Sin embargo, no siempre ese malestar difuso (pero no por ello menos intenso) se corresponde con un trastorno. El malestar psicológico tiene grietas por donde se cuela y por las que se agranda y agiganta:

  • Sentido y experiencia de pertenencia (familia, amigos, entorno social, figuras de referencia).
  • Habilidades y posibilidades de comunicación (espacios seguros emocionalmente donde el adolescente se puede expresar sin temor).
  • La construcción de la identidad (quién soy, dónde estoy, hacia dónde camino…).
  • La configuración de un proyecto personal (para qué estoy aquí, cuál es mi pasión en la vida, qué se me da bien, dónde me siento útil y comprometido…).

Y la escuela, en todo esto, tiene mucho que hacer y mucho que decir. Según Rocío Casañas y Lluís Lalucat (Asociación Centre Higiene Mental Les Corts, Barcelona, 2019), desde la educación se puede:

  1. Mejorar los conocimientos de salud mental.
  2. Conocer y promover conductas saludables para la salud mental.
  3. Conocer y disminuir las conductas de riesgo para la salud mental.
  4. Aumentar los conocimientos de los problemas mentales y de las manifestaciones de los trastornos en sus fases incipientes.
  5. Facilitar la detección temprana de los trastornos mentales.
  6. Orientar sobre los recursos disponibles para la promoción de la salud mental, la prevención de los trastornos y para su valoración y tratamiento.
  7. Disminuir el estigma asociado a los trastornos mentales.
  8. Favorecer la inclusión social de quienes los padecen.

Y una vez abordado todo esto -que es urgente e importante- sí podemos decir: chicos, chicas, de casa hay que venir desayunado y motivado. Mientras, hay mucho trabajo por hacer.

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