Ikigai. La vida con propósito o el propósito de la vida

En un entorno sin sentido y en unas circunstancias también sin sentido, él lo encontró y dotó a su vida de un propósito. Algo parecido le sucedió a Víctor Frankl.
Tener o sentir que se tiene un propósito en la vida o tener o sentir que se tiene una vida con propósito, no es tema baladí. El sentido de la vida es fundamental para que haya vida. Cuando se pierde el sentido de la vida, la vida deja de tener sentido.
Según la OMS, Japón tiene una de las esperanzas de vida más elevadas. Sin embargo, parece que no solo viven más, sino que también viven mejor y saben vivir mejor, con más ganas. El concepto Ikigai hace referencia, precisamente a eso, a “razón de ser”. Francesc Miralles que ha estudiado a fondo y escrito sobre el tema, lo expresa así: “Todos tenían un Ikigai, una motivación vital, una misión, algo que les daba fuerzas para levantarse de la cama por las mañanas”.
El esquema que os mostramos a continuación refleja muy bien este concepto y lo desgrana. El resumen tendría que ver con: Identificar lo que hacemos bien y nos apasiona.
Enrique Rojas habla sobre la felicidad en estos términos: “la felicidad hoy ha quedado reducida para muchos a temas materiales, nivel de vida, dinero, salud, poder, triunfo material. Y yo hago una enmienda a la totalidad: conozco mucha gente que tiene casi todo lo material y no es feliz. Entonces la felicidad consiste en hacer algo que merezca la pena con la propia vida: que haya una buena relación entre lo que hemos deseado y lo que hemos conseguido”.
El objetivo último del Ikigai no es la felicidad. El objetivo último es identificar aquello en lo que eres bueno, que te da placer realizarlo y que, además, sabes que aporta algo al mundo. Cuando lo llevas a cabo, tienes más autoestima, porque sientes que tu presencia en el mundo está justificada. La felicidad sería la consecuencia. Ahí es nada. Podría rezar este enunciado como objetivo, casi único, a la hora de orientar a alumnos y a familias.
Para ubicarse en la maraña de círculos, circunferencias e intersecciones del gráfico anterior, convendría ayudar a los alumnos a hacerse preguntas del tipo de:
- ¿Qué disfrutas haciendo, eso que cuando te pones, se te pasa el tiempo volando y no te cuesta acometer? ¿Con qué te sientes cómodo? ¿Haciendo qué te sientes en “tu salsa”?
- Si te recuerdas con 4 ó 5 años, ¿qué es lo que estabas haciendo todo el rato? ¿Qué te encantaba? ¿Qué es lo que más te gustaba hacer de pequeño?
- Imagina que eres multimillonario y que no te tienes que preocupar del dinero, ¿a qué te dedicarías en el día a día?
- ¿Para qué tienes facilidad? ¿Qué se te da bien? ¿Qué es lo que tus amigos y familiares destacan de ti? ¿Coincide lo que tú ves en ti mismo con lo que ven ellos desde fuera?
- ¿Qué estilo de vida te gustaría tener? ¿Trabajo, dinero, valores, ocio, dedicación de tiempo…?
Descubrir el propósito de la vida, de tu vida, es un camino que se va recorriendo paso a paso. Los orientadores acompañamos ese camino y ese paso a paso.
Habrá que ayudar a los alumnos a plantarse, lo primero, unos objetivos, y lo segundo, a concretar éstos en unos pasos a seguir para conseguirlos.
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