La salud mental y las distancias cortas

José Antonio Luengo Latorre, decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, habla con mucho acierto en torno a este tema:
“La salud mental en la infancia y la adolescencia se juega, especialmente, en el día a día. En numerosos espacios y escenarios. Se «juega» en esas distancias cortas que marcamos los adultos y definen nuestros modos de relación, y, muy poco a poco, consiguen entrelazar las piezas del puzle que permita a niños, niñas y adolescentes entender quiénes son, qué quieren y por qué lo quieren. Y quiénes son los demás. Y el papel que tenemos, asimismo, en sus vidas. Pensando en sus necesidades y derechos”.
Y como ya podéis imaginar, para esto son un espacio muy especial las aulas, los centros educativos.
Os cuento una historia sobre esto. Mi lugar favorito en casa para trabajar está junto a un mirador lleno de luz, en el que hay diferentes macetas. Siempre he tenido buena mano para las plantas, pero nunca están tan frondosas como cuando estoy de vacaciones. Y yo me pregunto: ¿qué pasa de diferente? ¿qué hay de distinto para que este vergel esté así?
No soy de las que creen que hablar a las plantas las beneficie, ni suelo hacerlo. Llego a la conclusión de que el aire fresco y ventilado y la luz, a los que se exponen muchas más horas al día, han obrado el milagro. Sucedió en una ocasión, que una de estas plantas creció y se expandió hasta pegarse literalmente, cual lapa, a un mueble de madera que hay cerca. Ella no sabe que esa madera es artificial y barnizada, y como no lo sabe, buscó un hermano de naturaleza parecida a la suya, al que adherirse, como para nutrirse mutuamente, como para hacer el camino de la vida juntos.
Y todo esto, ¿a qué viene? Todo este proceso que observé me sugiere similitudes con el proceso educativo. Por ejemplo:
- La planta no sabe que la madera del mueble es artificial, por eso se une a él, conecta. Nuestros alumnos sí saben, sí sienten, necesitan adherirse a figuras reales, táctiles, de ellas absorben valores, conductas y actitudes para luego formar su propia selección de ellos. Necesitan conectar y conectar cerca. Sentir el aliento, y la mirada, y el empuje, y la voz, y el susurro, y el guiño…
- Los contenidos curriculares, rara vez, necesitan de personas o de presencia física para ser transmitidos. Todo está en internet, todo está en la red, espacio que se asemeja a una gran biblioteca con millones de ejemplares de todo tipo. Lo que sí necesita personas y presencias es la educación en criterios y en sensibilidades para elegir qué libros leo y uso y cuáles deshecho de esa gran librería. No olvidemos que la mente es como un jardín y dependiendo de las semillas que eches, así serán las floren que broten.
- En educación, la adhesión, la conexión, la alimentación y la retroalimentación es diversa y es mutua. Educadores y educandos se nutren mutuamente, a pesar de su diferencia de edad, de sus peculiaridades personales, de sus creencias o de su género. Cada uno coge lo que necesita del otro y cada uno se lleva, sin darse cuenta, lo que queda impregnado del otro.
- Dicen las estadísticas (aunque hay estadísticas para todo y que dicen de todo) que los resultados finales de los alumnos, aquel curso que estuvimos confinados, no fueron muy diferentes de los de otros cursos anteriores. Yo me pregunto, si esto es así, ¿qué necesidad hay de enseñanza presencial, de escuelas, colegios e institutos y de una educación tal cual la hemos entendido hasta ahora? Ahorraríamos un montón de recursos materiales, personales y de quebraderos de cabeza, con un modelo parecido al del confinamiento. Sin embargo, ¿alguien dedicó tiempo a medir cómo quedaron nuestros alumnos en esas otras cosas que no se enseñan en los colegios, pero sí se educan? Hablo de cosas como la socialización, la convivencia, el intercambio de ideas, la amistad, el amor, la reflexión compartida, el acompañamiento personal y grupal, la educación emocional, la pertenencia al grupo, la complicidad, la salud mental… y tantas, y tantas, tantas cosas fundamentales para el crecimiento de las personas.
Total, que a mis plantas les entró aire fresco y luz y eso las hizo florecer, pero no contentas con florecer quisieron buscar contacto, relación, conexión… y la buscaron y la encontraron y florecieron aún más. ¿Qué es la educación? Eso mismo. La luz, el agua y el frescor son los mínimos necesarios, pero lo que se fragua y se gesta en una comunidad educativa va mucho más allá de mínimos. Y es que con mínimos las personas crecemos (a lo ancho, a lo largo y a lo alto), pero con máximos nos desarrollamos (a lo largo, a lo ancho, a lo alto, hacia adentro y hacia afuera). Nunca nada podrá sustituir esto. ¿Quién se atreve a medir los resultados y a elaborar estadísticas?
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