Los escollos que dificultan el hábito

Nuestras orientaciones para ellos suelen poner el foco en habituarse, acostumbrarse, perseverar, responsabilizarse…
-
Habituarse, crear hábitos.
Empezando por planificarse, por acometer lo inmediato y lo que está un poco más allá. Siguiendo por conocerse, por saber cómo se es y cómo se acomete la tarea. Terminando por elegir un método, un estilo de trabajo y estudio.
-
Acostumbrarse, permanecer
Siendo constantes; teniendo claro que los “escalones se desgastan por el uso continuado”; asumiendo que nada se consigue sin trabajo y esfuerzo.
-
Responsabilizarse
Haciéndolo de uno, asumiéndolo como propio. Muchas veces lo que les da miedo es pensar que todo depende sólo de ellos, de su esfuerzo. Y, siendo cierto que hay otros factores que influyen, sin duda, éste es muy importante.
¿Qué escollos hay que superar?
- El pensamiento mágico que les lleva a anticipar que “todo va a ir bien” sin mediar nada por su parte: idear que la meta se alcanza o se consigue al son de un chasquido de dedos.
- El abandono a la idea de que ya vendrá alguien –normalmente un adulto y seguramente los padres– que tendrán una solución preparada en la manga para sacarla en el momento preciso.
- Jugar a algo parecido al azar que hace que calculen cuánto pueden estudiar y cuánto no para aprobar; que sumen medias ficticias o que hagan conjeturas infundadas.
- Entrar en espirales de agobio, contagiosas entre jóvenes, como cualquier emoción a esta edad. Emociones que se dan entre ellos y retroalimentadas por ellos. La ansiedad paraliza, no deja energía para acometer lo que hay delante, magnifica en negativo las situaciones y hace que se pre-ocupen, pero no se ocupen.
- Los brazos caídos ante una situación que creen que les supera, que no se sienten capaces de afrontar. Muchas veces, los adultos hemos alimentado este monstruo, identificando al alumno con sus resultados académicos. El alumno es mucho más que sus notas y esto es importante que se lo crean.
Ante todo ello debemos:
- Ayudar a darse cuenta.
- Analizar objetivamente la situación: donde estás, dónde puedes llegar.
- Valorar todas las posibilidades.
- Activar planes de contingencia: ¿Qué vamos a hacer si…?
- Usar mecanismos de control externo.
- Proponer objetivos alcanzables, planes para logarlos y valoraciones del proceso y del suceso.
También hay adolescentes ya habituados, acostumbrados y apropiados, pero estos casi siempre tiran solos. No suelen necesitar de nuestra atención y acompañamiento.
Comparte