• Quiero y me siento querido por los demás

Quiero y me siento querido por los demás

Quiero y me siento querido por los demás

La capacidad de amar al otro es la capacidad de querer y valorar las relaciones cercanas con los demás, compartiendo y cuidando de forma correspondida y recíproca. Es un sentimiento que nos llena de satisfacción, porque no hay nada mejor que querer y sentirse querido. Y es uno de los ingredientes fundamentales para la felicidad.

Pero nadie será capaz de querer y de sentirse querido por los demás si antes no se quiere a sí mismo. Este es el primer paso para poder querer y relacionarse de forma sana con los otros. Tener una buena autoestima nos ayuda a establecer relaciones positivas con los demás y a poner límites a uno mismo y al resto. De ahí, la importancia de enseñar a nuestros alumnos a valorarse, a ver lo que les hace diferentes, a cuidarse primero a sí mismos y a potenciar sus propias cualidades.

Para desarrollar una buena autoestima, el Doctor en Psicología Walter Ríso dice que hay que trabajar cuatro pilares:

  1. El autoconcepto o cómo te aceptas como persona. Hace referencia al grado de empatía que tienes contigo mismo y al cuidado que haces de tu persona.
  2. La autoimagen o cuánto te gustas a ti mismo tanto a nivel físico como a nivel emocional. Es la capacidad de exaltar aquello que te gusta de ti, de conocer tus virtudes y potenciarlas.
  3. El autoreforzamiento. Se refiere a cómo nos elogiamos y qué mensaje nos damos para valorar aquello que hacemos. Tiene que ver con el diálogo interno, con aquellos mensajes que nos damos a nosotros mismos para valorar nuestro trabajo.
  4. La autoeficacia. Consiste en sentir que tenemos la habilidad y las competencias necesarias para enfrentarnos a las cosas y persistir en ellas. Con esta capacidad entendemos que lo importante no es siempre triunfar en lo que hacemos, sino persistir y no abandonar una tarea porque no salga bien a la primera.

Trabajar sobre estos cuatro pilares es un trabajo de fondo que debemos hacer cada día. Así, podremos relacionarnos mejor con los otros y de forma más justa con nosotros mismos. No debemos hacer las cosas esperando el reconocimiento externo. Cuando sabes qué quieres, es más fácil tomar decisiones sobre cómo actuar con el entorno.

Cuando hablemos con nuestros alumnos sobre cómo pueden cuidar sus relaciones con los demás, podemos plantearles que intenten siempre:

  • Rodearse de personas que sean fuente de ilusión y ánimo o como diría la Psiquiatra Marián Rojas: de “personas vitamina”.
  • Aprender a identificar relaciones que pueden ser tóxicas y valorar su trascendencia en el día a día.
  • Sonreír, sonreír mucho y siempre que se pueda. Encontrar a alguien con una sonrisa es siempre agradable y facilita la comunicación.
  • Poner corazón en aquello que se hace, sobre todo si están involucradas otras personas.
  • Pertenecer a un equipo (deportivo, social o cultural), a una asociación o a un grupo. El sentido de pertenencia favorece sentirse necesario, valorado y querido.
  • Cuidar los detalles en las relaciones: recordar y felicitar los cumpleaños, elogiar al otro, escuchar sin juzgar, etc.
  • Enfocar la mirada en lo positivo, en aquello que los demás pueden ofrecer y no en aquello que nos distancia de los otros.
  • Compartir y celebrar los éxitos de las personas que queremos como si fueran propios.
  • Aceptar con humildad los elogios que nos dan.

 

Cuidar las relaciones personales y la posición que mantenemos cada uno de nosotros en ellas es fundamental para ser capaz de querer y de sentirse querido. De ahí que lo más importante es que enseñemos a los alumnos a decir cada día, a uno mismo y a los demás, las tres palabras mágicas: perdón por, gracias por y te quiero.

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