• Orientar desde el pentágono. Las dimensiones del ser humano

Orientar desde el pentágono. Las dimensiones del ser humano

Orientar desde el pentágono. Las dimensiones del ser humano

En la base de todo proyecto educativo ha de haber una antropología y una cosmovisión que lo sustente, una visión concreta del ser humano y del mundo que habita ese ser humano. Y desde ahí y así, se acometerán todas las propuestas pedagógicas y educativas que se planteen con los alumnos o educandos.

El ser humano es una realidad multidimensional (varias dimensiones al mismo nivel, no jerarquizadas), interconectada (en conexión interna y externa) e interrelacionada (en relación unas dimensiones con otras). Multidimensional porque está constituido por varias dimensiones, cinco en concreto. Interconectada, porque vivimos en un entorno y en un mundo del que formamos parte y con el que nos relacionamos. E interrelacionada porque esas dimensiones no son independientes, sino que son interdependientes, funcionan como “vasos comunicantes”, donde todo lo que sucede en una de ellas afecta y tiene su correlato en todas las demás.

Esas cinco dimensiones a las que hacemos referencia son: la corporal, la emocional, la intelectual, la social y la espiritual.

Dimensión corporal. No tenemos cuerpo, somos cuerpo. El dualismo cartesiano mente-cuerpo ha hecho que separemos dos dimensiones inseparables e interdependientes entre sí. Ayudar a integrar, considerar y cuidar el cuerpo es fundamental, ya que no hay plan B, no hay cuerpo B.

Dimensión emocional. Importante todo lo que se refiere al mundo emocional, ya que es el motor de la acción y de la relación. Ayudar a saber cómo eres y cómo manejas las emociones más presentes en tu día a día o en tu vida, también es un punto fundamental.

Dimensión intelectual. Relacionada con nuestra forma de pensar, con los pensamientos que llenan nuestra mente, con el diálogo interno que mantenemos con nosotros mismos y con el mundo, desde que amanecemos hasta que nos acostamos. Nuestra forma de pensar determina nuestra visión del mundo y nuestro impacto sobre él. ¿Cómo no va a ser importante tomar conciencia de ello?

Dimensión social. De vital importancia, la vida nos la jugamos en las relaciones. Somos seres sociales por naturaleza. Nos hacemos y crecemos en relación con el otro, con los otros. Abrir caminos para dimensionar mi vida relacional y cómo influye ésta en mi trayecto.

Dimensión espiritual. No hablamos de dimensión religiosa o no sólo hablamos de dimensión religiosa, que puede estar o no presente en la persona y que sería una parte de esta dimensión espiritual. Hablamos de espiritualidad como un concepto más amplio. Relacionado con el sentido de la vida, con las preguntas fundamentales de la vida, con la conexión con lo más interno e íntimo. Explorar este campo, vital.

Y si este es el ser humano que tenemos enfrente, no podemos dejar de orientar, de acompañar, de guiar, teniendo en cuenta cómo es ese ser humano, esa persona, y de qué “pasta” está hecho. Orientar sin tener en cuenta alguna de estas dimensiones es orientar en parte, es orientar a medias, es orientar tomando la parte por el todo… Frente a nosotros, un alumno, un educando, con todo un camino por hacer. Quizá nuestra labor, en un principio, tenga que ver con afinar la mirada, nuestra mirada sobre la persona y ver todos los “vasos comunicantes” que la definen y por los que corre vida, mucha vida. Acompañarles en el viaje de descubrir el mapa de su cuerpo, el reinado de su mente, el laberinto de sus emociones, el cosmos relacional en el que se mueve y el tesoro escondido de su espíritu, es sin duda un viaje apasionante, para ellos y para nosotros, orientadores.

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