• ¡Peligro, estamos en obras! Disculpen las molestias

¡Peligro, estamos en obras! Disculpen las molestias

¡Peligro, estamos en obras! Disculpen las molestias

Pues la adolescencia es una etapa en obras. Piénsalo. En la adolescencia, nos situamos ante una edad crítica, importante, delicada…  y, por ello, llena de incomodidades, de peligros, de fastidios…

Pensemos que nuestros adolescentes, internamente, están de obras. No son obras superficiales, sino internas. Las obras en profundidad son las más costosas, las más difíciles, las que más tiempo. Sin embargo, son las que abordan cambios sustanciales en la persona.

Ahora están cimentando, por sí mismos, lo que serán de mayores, el tipo de persona y de ser humano que resultará de todo este proceso. Ellos son sus propios arquitectos. Tendrán que diseñar las líneas fundamentales sobre las cuales construir su vida. Es una seria responsabilidad que deben asumir y que no les debemos arrebatar si les queremos educar sanamente.

No debemos tener prisa, debemos ir despacio, la velocidad está limitada. Y más en esta etapa de peligro continuo y constante.

Ir despacio, darles y darnos tiempo. No por inquietarnos, ni por querer conseguir resultados inmediatos se van a cumplir nuestros deseos para ellos. Muchas veces, se tratará de que sean ellos lo que resuelvan la situación, están aprendiendo, por lo que el proceso será más lento, más cargado de errores, más “vuelta a empezar” …

Habitualmente, antes de las obras, teníamos la ruta incorporada, mecanizada y, frecuentemente, la realizábamos sin darnos cuenta. La situación ha cambiado. Con las obras, la ruta tiene que cambiar, aunque queramos llegar al mismo sitio. Esto nos exige flexibilidad y atención más esmerada. He aquí una de las estrategias fundamentales.

El personal de obra es necesario, imprescindible, en el adecuado desarrollo de la misma. Cada uno tiene su papel, su espacio, su momento de actuación, su influencia (más o menos evidente): Jefe de obra, albañiles, encofradores, diseñador de interiores, arquitectos, aparejadores, seguridad, transporte… y un largo etcétera de personas que intervienen en la obra, en diferentes momentos y con distintas finalidades. Es importante que no haya interferencias, mensajes contradictorios, ruidos que distorsionen el menaje… Es importante que todos trabajen a una, sabiendo cuál es el fin, no perdiendo de vista el objetivo, salvando las dificultades propias y cotidianas de la labor que le ha tocado a cada cual.

Las obras suelen estar protegidas por vallas, cuya labor es, fundamentalmente, proteger. Se trata de una doble protección: protege a quien está dentro trabajando y evita que se caiga o dañe quien se encuentra fuera.  Los adolescentes necesitan, para ir creciendo por dentro, cierto nivel de protección, de intimidad. Debemos respetar esa intimidad. Pueden perdonarnos muchas cosas, excepto que se sientan desvelados, descubiertos en sus secretos más íntimos.

En ocasiones podemos “asomarnos” a ver qué pasa con las obras, qué tal evolucionan, pero siempre desde fuera, desde la barrera. En las obras que encontramos por la calle, no dejamos a un lado la valla y nos metemos donde están trabajando los obreros. Respetamos su trabajo. Si en alguna ocasión, nos dejan entrar hasta el fondo, el uso obligatorio del casco es condición indispensable. Hay que entrar protegidos porque no sabemos qué nos vamos a encontrar.

Eso sí, debemos estar ahí por si, en cualquier ocasión, solicitan nuestra ayuda. Ésta es otra estrategia básica: estar a pie de obra. Estar ahí, hacerles ver que pueden contar con nosotros.

Si algo puede representar, a los chicos y chicas adolescentes, es esa luz intermitente que está presente en las obras. En ocasiones, los adolescentes se muestran brillantes, sorprendentemente adultos y responsables, y en otros momentos, cerrados, apagados, como una noche oscura y ciegos hasta la saciedad. ¿Pero qué te ha pasado? Ayer… y hoy… Ni ellos mismos lo saben… ¡Es que están de obras! Las mismas dudas y preguntas que nos generan a nosotros, adultos, se generan a si mismos.

Además, con su luz intermitente, nos avisan de que podemos esperarnos cualquier cosa. Al menos, nos avisan (no sé si esto supone mucho consuelo). Por tanto, otra estrategia de actuación, por nuestra parte: la prudencia. No sabemos qué vamos a encontrarnos, pero lo que sí tenemos que tener seguro es que nos necesitan, aunque, aparentemente, parezca lo contrario.

Toda la vida estamos en continuo cambio y en continua evolución, como si siempre estuviésemos en obras. Pero las más importantes son las que se llevan a cabo en la adolescencia. El resto suelen ser REFORMAS, de mayor o menor envergadura, incómodas y todo lo demás, pero reformas.

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