Procrastinación vs organización

La palabra “procrastinación” viene del término latino “procrastinare”, donde pro significa “hacia adelante, hacia el futuro” y cras “mañana, el día siguiente”.
Por tanto, procrastinar es el acto de aplazar, posponer, retrasar, postergar una tarea. Desde la psicología hace referencia a la capacidad de no acometer tareas que debemos hacer pero que genera cierta desgana o desagrado ejecutarlas en ese momento. El motivo del aplazamiento puede ser porque la actividad no guste, sea aburrida o porque el individuo la perciba como algo difícil que no va a ser capaz de ejecutar. Sea como sea, todos tendemos a procrastinar en mayor o menor medida y, nuestros queridos adolescentes, como no podría ser de otra manera, también lo hacen.
Cuando hablamos en orientación con los alumnos es importante entender con ellos qué los lleva a procrastinar, que identifiquen los motivos y analicen las consecuencias que les supone aplazar las tareas. Por ejemplo, puede que dejen siempre los deberes de matemáticas sin hacer porque crean que les va a salir mal o que aplacen tareas del hogar porque son aburridas… Que sean conscientes de lo que los lleva a posponer la actividad les puede ayudar a buscar la solución. De igual manera, es bueno ayudarles a reflexionar acerca de las consecuencias que tiene procrastinar, haciendo preguntas del tipo ¿y qué pasaría si no lo hicieras?, ¿cómo te sentirías después?
La solución para dejar de aplazar tareas la encontramos en el refranero español: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Pero ¿por dónde empezar? Como siempre, la mejor manera es con organización y teniendo claros estos puntos:
- El momento ANTES de empezar a hacer una tarea es la clave para ejecutarla o no. Es ahí cuando hay que ser consciente de lo que supone dejarlo o enfrentarlo.
- Es bueno evitar tentaciones que animen, en ese instante anterior, a dejar la actividad que toque: evitar tener el móvil cerca cuando vamos a empezar a hacer deberes, por ejemplo, ayuda a no caer en la tentación de “un vídeo de TikTok y me pongo”.
- Acoger la incomodidad: no me apetece nada hacer esto y está bien que no me apetezca, pero, aun así, lo tengo que hacer.
- Evitar las autojustificaciones: mañana cuando tenga más tiempo, antes de empezar, voy a consultar una duda en el WhatsApp… Todos somos conscientes, aunque no lo reconozcamos, de cuando nos autojustificamos sobre una acción.
- Asociar la tarea que te cuesta acometer con algo que te motive: escucha música mientras haces la cama u ordenas la habitación, por ejemplo.
- Fraccionar las tareas complicadas y establecer recompensas en los tiempos. Emplear técnicas de gestión del tiempo como la técnica Pommodoro suele ser muy eficaz.
- Informar al entorno de aquello que vas a acometer. Verbalizar en alto lo que vas a hacer te compromete. Así, ante las tareas que más te cuesten, dile a alguien que lo vas a hacer.
- Generar hábitos de organización a corto-medio y largo plazo que ayuden, cada día, a no retrasar tareas.
- Evitar dejar tareas a medias. Si se programa hacer algo, no dejarlo sin terminar. Porque dejar las cosas a medias es otra manera de procrastinar.
- Revisar los compromisos que se asumen para valorar si, en algún momento, se debe decir NO a algo. Evitar la sensación de tener tanto que hacer que no se sabe por dónde empezar.
- Emplear la técnica de los dos minutos para evitar acumular tareas cortas: Todo aquello que te suponga menos de dos minutos ejecutarlo, hazlo ya. Evitar acumular tareas cortas ayuda a ser más eficaz y, por tanto, no aplazar.
Y recuerda, una de las mejores maneras de procrastinar es no darles tantas vueltas a las cosas. Este artículo se podría resumir en una frase: no lo pienses, ¡hazlo!
Blanca Nieto Rico.
Orientadora escolar.
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