Tomar decisiones ante la nueva etapa

Cada joven se enfrenta a este salto de etapa con sus propias circunstancias, pero hay una serie de pautas que valen para todos los casos y que conviene seguir:
Llevar los deberes hechos
De casa hay que venir pensado, reflexionado y discernido. Hay que saber, más o menos, por dónde se va a tirar, cuáles van a ser las guías: la nota, los gustos personales, la opción… El “ya iremos viendo” no es válido para todo.
Elegir dedicación más que estudios
Una cosa es lo que uno estudia y otra, muy distinta, es a lo que uno se va a dedicar en la vida. Hay que pensar en esto último: ¿a qué me quiero dedicar?, ¿dónde me visualizo de aquí a unos años?
Ampliar la mirada
La oferta educativa de grados universitarios o de módulos de formación profesional es amplia y variada como nunca antes. Para aprovechar verdaderamente oportunidad conviene investigar un poco sobre el contenido de los estudios que se van a elegir y a qué se dedican las personas que los concluyen. No hay que dejarse llevar por estereotipos sociales, muchas veces anticuados y poco reales.
“Eso no tiene salida”
Siempre hay visionarios que dirán este tipo de frases. Sin embargo, los tiempos de incertidumbre como los que vivimos y viviremos son el mejor escenario para elegir lo que a uno le gusta. Otra cosa es saber lo que a uno le gusta. Sólo hay dos certezas, o casi certezas:
- Aquello que se haga con pasión tendrá más probabilidades de ofrecer satisfacción y éxito.
- La no formación no es una opción.
Los estados de la materia
El sociólogo Zygmunt Bauman acuñó el término de “modernidad líquida”. No sé si estamos ante una juventud líquida, ante una juventud volátil en proceso de convertirse en gaseosa, o si en algún momento virará para convertirse en una juventud sólida. Pero ninguno de estos estados define algo mejor o peor, ya que los parámetros de una generación no siempre son válidos para la siguiente. Yo me quedo con estos jóvenes que son flexibles, camaleónicos, versátiles, abiertos, globales… Confío mucho en su capacidad de adaptarse y de cambiar cosas desde el lugar que ocupen en nuestra sociedad en unos años.
Los tiempos importan, pero cada uno tiene el suyo
Algunos ya tienen muy claro qué van a estudiar y van a luchar por la nota que necesitan o a prepararse las pruebas de acceso… Lo han planificado todo y han trabajado, dejando poco margen a la suerte, cuyo valor en el resultado final es inversamente proporcional al trabajo y esfuerzo personal invertido.
Otros no tienen claro qué hacer y están esperando a ver la nota final para decidir.
Y algunos tienen claras una o varias áreas de conocimiento que les interesan y dependiendo de los resultados, así tomaran decisiones.
Habrá otros en situaciones diversas y dispares, tanto como lo somos las personas.
Todo está bien. Lo importante es la disposición activa y proactiva ante una decisión importante. Las circunstancias, los acontecimientos, los arrebatos emocionales, las prisas, las influencias, las casualidades… no pueden decidir. La decisión siempre es de uno y y habrá que tomarla con las cartas que se tengan en ese momento en la mano. Decidir es un derecho y un privilegio.
Buscar el Ikigai personal
Hace muchos años que vengo usando este concepto japonés en la orientación vocacional de los alumnos. Sintetizando mucho, viene a hablarnos de buscar el sentido de la vida, de buscar la razón de ser en el mundo.
¡Mucha Suerte!
Aunque creo que la vida tiene poco de suerte y mucho de decisiones, de actitudes, de opciones y de trabajo, desear suerte es desear lo mejor para lo que tenga que venir.
Feliz camino novedoso en tiempos de novedades.
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