• Y, además, coordinadores de bienestar

Y, además, coordinadores de bienestar

Y, además, coordinadores de bienestar

El nuevo curso comenzó en la mayoría de las comunidades autónomas con una nueva figura que se incorpora a los centros escolares: el Coordinador de Bienestar y Protección de la infancia y la adolescencia (CBP).  

Se trata de un nuevo puesto, creado a merced a la Ley orgánica de Protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia.  

Las funciones del CBP son, según Ana Cobos, presidenta de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación en España (COPOE): “proporcionar al alumnado bienestar emocional, estar al tanto de las crisis, actuar en programas de prevención y estar al lado de los alumnos en situaciones que puedan alterar su salud física, mental y social”. Perfil orientado a la prevención, detección y protección de los niños y adolescentes frente a casos de violencia y acoso en el entorno escolar, en especial, y al cuidado de la comunidad educativa, en general. ¡Ahí es nada! 

La LO 8/2021, de 4 de junio, de protección integral de la infancia y la adolescencia frente a la violencia, encomienda al coordinador de protección y bienestar funciones que debían venir siendo desempeñadas por diferentes personas y/o equipos del centro previamente. De hecho, esas funciones ya estaban encomendadas implícita o explícitamente a los PTSC o a los orientadores. Es por ello que muchos orientadores, ahora son Coordinadores de Bienestar. 

Más allá de lo bien o no tan bien tratada que ha sido esta figura por parte de las autoridades competentes, la labor es apasionante y ostentar el cargo un auténtico reto. Sin embargo, podríamos hablar más que de coordinadores de “bien-estar”, de coordinadores de “bien-ser”, haciendo un juego con las letras que componen la palabra. Porque el ser es más estable, más profundo, más inherente a la persona, que el estar. El estar es un estado cambiante en el tiempo, no permanente, más transitorio. El ser afecta a toda la persona, es menos cambiante. 

Y en ese juego de letras, nos quedan sin colocar la “t” y la “a”. ¿Nos sobran? No, ni mucho menos, son la clave. Los coordinadores de “bien-ser” en los centros educativos cuidan la esencia de las personas. Y lo hacen en clave de “ti”, es decir, en clave de mirar al otro, al ser humano que tenemos delante, especialmente si son los más vulnerables. La clave está en ti, mejor dicho, dentro de ti. Con el foco puesto en la persona, en ti y en aquellos por los que vas a velar. Dentro, porque lo que está adentro permanece, hace referencia a lo hondo, a lo profundo de la persona. 

Los coordinadores de “bienestar”, o mejor, de “bienser”, miran a las personas de la comunidad educativa en clave de amor, porque sin amor no hay educación. Una de las aceptaciones del concepto amor es “gusto, esmero y cuidado con que se hace algo”. ¿Existe educación sin este tipo de amor? Y, ¿amor a qué o a quién? Amor a nuestra tarea, amor a nuestra vocación, a nuestra profesión y amor a nuestros alumnos, de forma especial a los más débiles. 

Vinieron a inventar una figura y nosotros ya sabíamos que nos jugábamos nuestra esencia en el bienser de nuestras comunidades educativas, con la persona en el centro y con la pasión como buque insignia. 

Bienestar. 

Bienser en clave de “ti” y con “amor”. 

Visto así no es un cargo que suponga una carga, es más bien un cargo que se ostenta con pasión, no libre de cargas, que es muy distinto.

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