Familia y educación van de la mano

Que la familia y la educación deben ir de la mano es un postulado que muchos investigadores respaldan por las implicaciones y los beneficios obtenidos dentro de este marco de colaboración. El propio Papa Francisco afirmó en su momento: “La familia es el primer lugar donde se aprende a amar”. 

La familia es la principal institución educadora, núcleo de vida, espacio de socialización, desarrollo y aprendizaje de conocimientos, normas y valores. Los niños reciben los primeros afectos cálidos ya en el vientre materno y es en el momento de su nacimiento cuando este amor cobra vida y se materializa en palabras y gestos.  Al llegar a una edad determinada, esa transferencia de afectos y conocimientos pasa a la escuela, donde gracias a los valores aprendidos en familia, los niños emprenden su propio viaje de autodescubrimiento donde entran en escena los profesores y los compañeros de clase. 

En esta ecuación los padres siguen estando presentes, pues no hay que olvidar que son los progenitores quienes eligen la educación para sus hijos.  Es a través de asociaciones y organismos como el AMPA, consejos escolares y reuniones donde los padres participan activamente en las actuaciones desarrolladas en los centros. No sólo en lo que se refiere a proveer a sus hijos de los recursos necesarios para el aprendizaje, sino también estando implicados en el proceso educativo y reforzando la tarea llevada a cabo por el profesorado, enseñando a respetar las normas del centro y haciendo valer la autoridad de los docentes en el aula. 

Ahora bien, ¿qué pasaría si se excluyera a los padres del proceso educativo de los hijos? La educación, tal y como la conocemos, dejaría de tener sentido. Nos enfrentamos a un momento histórico en el que los progenitores tienen cada vez menos tiempo de cuidar de sus hijos debido a rutinas laborales y de ocio, por lo que se hace necesaria una revisión de nuestro actual sistema socioeconómico para que esta importante tarea de educar no sea relegada solamente a los colegios. La familia, como lugar natural de la educación, debe tener un sitio prioritario y debe ser protegida. 

Animamos entonces a tus estudiantes y sus familias, a apostar por modelos educativos que no solo se basan en que los alumnos aprendan meros conocimientos, sino que también tengan en cuenta la integración de los valores y virtudes; claves para crear una visión crítica de la realidad y promover la participación en aras de construir un mundo mejor. Un ejemplo de ello es el proyecto de la Universidad CEU San Pablo. 

 

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